Nos prometieron que la tecnología nos haría la vida más fácil. Y lo hizo. Podemos encender la luz con la voz, recibir comida sin cocinar y trabajar sin salir de casa. Pero, si todo es más cómodo que nunca… ¿por qué no somos más felices? 🤔
Yuval Noah Harari nos recuerda que, aunque la humanidad ha avanzado enormemente en bienestar material, no somos más felices que nuestros ancestros cazadores-recolectores. La paradoja es que cuanto más nos rodeamos de comodidades, más dependemos de ellas y menos toleramos la incomodidad.
Las filosofías antiguas coinciden en que lo material necesario para la felicidad es mínimo: comida, techo, descanso y lo básico para interactuar en sociedad. Aristóteles hablaba de la eudaimonía, un bienestar basado en la virtud más que en la acumulación. El budismo enseña que el apego al confort nos encadena más de lo que nos libera.
💡 Entonces, ¿qué nos hace realmente felices?
🔹 ¿Qué pasa cuando confundimos bienestar con comodidad?
🔹 ¿Cuánto de lo que hoy consideramos necesario es en realidad un lujo que nos hace menos resilientes?
🔹 ¿Estamos diseñando nuestras vidas para la felicidad o solo para la ausencia de esfuerzo?
En el mundo organizacional, esta trampa se traduce en equipos que evitan la fricción y la incomodidad, cuando muchas veces el aprendizaje y la evolución nacen justamente ahí. En Sináptica 360 trabajamos con equipos para repensar sus hábitos y encontrar el equilibrio entre comodidad y crecimiento.
¿Vos qué pensás? ¿Cuánta comodidad es demasiada comodidad? 🚀
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