🌟 «No hay nada en el intelecto que no haya estado antes en los sentidos» – Aristóteles 🌱

¿Sabías que, en algún momento, se pensó que la inteligencia humana residía en la mano? 🤲 La precisión, creatividad y capacidad de nuestras manos son únicas en el reino animal. Según el neurocientífico Mariano Sigman, las manos no solo ejecutan, sino que también aprenden, sienten y transforman nuestras ideas en acción. Este rasgo distintivo nos recuerda que el cuerpo entero es un puente hacia el aprendizaje.

Pensemos en algo tan simple como andar en bicicleta: ¿quién puede aprenderlo leyendo un libro? 🚴‍♀️ Necesitamos sentir el equilibrio, el movimiento, incluso la caída, para que el aprendizaje sea profundo y duradero. En el ámbito laboral, ocurre lo mismo. Las palabras pueden enseñar, pero cuando integramos cuerpo, emoción y lenguaje, el aprendizaje deja de ser teórico y se vuelve una experiencia real, que transforma.

🌱 El cuerpo tiene su propia inteligencia. Es en la postura, en el tono de voz y en los gestos donde comunicamos la seguridad, los valores y la conexión. ¿Te pasó alguna vez querer transmitir confianza, pero que tus gestos o postura dijeran lo contrario? Esa desconexión no solo la percibimos nosotros, sino también quienes nos rodean.

Las empresas no son ajenas a esta realidad. Equipos enteros pueden llenarse de conocimiento técnico y asistir a capacitaciones tradicionales, pero si el cuerpo no acompaña, el aprendizaje se diluye. Cuando el cuerpo aprende, el cambio es duradero.

Entonces, ¿cómo podés integrar más al cuerpo en el día a día de tu equipo? Imaginá reuniones, desafíos o momentos de estrés: ¿qué pasaría si prestarás atención no solo a las palabras, sino también al lenguaje corporal?

Creemos en un aprendizaje que se siente en las manos, se vive en el corazón y deja una marca en las relaciones. 🌟 Porque cuando alineamos lo que pensamos, sentimos y hacemos, nos volvemos más efectivos, auténticos y conectados.

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