Hay un momento especial que se da cuando alguien, desde su lugar de alumno o participante, te mira a los ojos y te dice:
“Pero, ¿esto también puede significar otra cosa?”
Y entonces, lo que parecía saber, se mueve.
Se sacude. Se abre.
Y vos también volvés a aprenderlo.
Enseñar, para mí, no es un acto de transmisión.
Es una práctica de conexión.
De buscar, juntos, el sentido de lo que estamos observando. De ofrecer un marco, una estructura, una guía… pero también de dejar espacio para que cada persona encuentre ahí su propio lugar, su interpretación, su punto de apoyo.
Hace poco empecé a dar mis primeros pasos en el mundo universitario. Voy como asistente a clases de Estadística Empresarial I, en una institución que me abrió las puertas gracias a la generosidad de un amigo que me acompaña como mentor. Pronto estaré frente a estudiantes como docente, y lo vivo como un desafío enorme. No solo por el contenido técnico —que reconozco que aún me exige preparación— sino por algo más profundo: la responsabilidad de que cada persona viva una experiencia significativa.
Mi propósito no es enseñar fórmulas.
Es ayudar a ver.
A interpretar con profundidad. A dar sentido a lo que en otro momento podría parecer abstracto o indiferente.
📊 ¿Qué significa realmente que una variable sea “normal”?
💬 ¿Cómo podemos comprender los datos más allá de repetir procedimientos?
🧠 ¿Qué tipo de pensamiento se entrena cuando aprendemos a mirar con rigor… pero también con flexibilidad?
Y lo mismo sucede en cada taller que facilito desde Sináptica 360. Ya sea en una clase universitaria o en una empresa, busco lo mismo: que el aprendizaje se sienta. Que se viva. Que deje marca. Que sea una experiencia que alguien pueda volver a recorrer cuando lo necesite. Y para eso, usamos el cuerpo, el movimiento, la palabra, la mirada, el silencio, el juego, las preguntas. Lo que haga falta.
Quizás lo más interesante es que todo eso que parece distinto —la estadística y la escucha, lo numérico y lo humano, lo estructurado y lo relacional— no son mundos opuestos. Son partes de lo mismo. De un proceso de aprendizaje vivo, que sólo florece cuando hay confianza, presencia y compromiso.
Y yo quiero estar ahí.
Justo ahí. Donde alguien vuelve a mirar algo que creía entender… y de pronto, lo entiende distinto.
Y algo se enciende.
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